Puedo escuchar mil veces eso de que la muerte de Gustavo Cerati no tiene nada de impresionante, que de cierta forma ya lo estaba de antes. Puede ser, pero no lo siento así. La muerte de Cerati me impactó, me pareció repentina y anduve con una extraña sensación buena parte del día. Me dolió. Inocentemente, tenía la esperanza en que saldría del coma en el que estuvo cuatro años. No creía, eso sí, que fuese a retomar una vida normal, que llegara a dedicarse a la música nuevamente y eso. Por eso su partida me pareció impactante e inesperada.
Aunque yo era pequeño cuando Soda Stereo surgió y alcanzó la gloria, ya los disfrutaba. Lo hacía mucho mi mamá, algunos tíos y me encontraba con ellos sonando siempre. Junto a Los Prisioneros, banda muy parecida y a la vez demasiado distinta, fueron mi soundtrack de niño. En esos años de personalidad, me dedicaba a canturrear las canciones frente a la familia, tomaba una escoba o una raqueta de tenis y me creía guitarrista. "Nada Personal", "Persiana Americana"... Vaya sí me acuerdo de esa época.
Con los años, ya de adolescente, renegué un poco de Soda Stereo. Me parecían demasiado sofisticados y yo me había metido de lleno en música más sucia y marginal. Aún así los disfrutaba con recelo. Supongo que cuando grabaron en 1996 el Unplugged para MTV me volví a reencontrar con ellos de manera poderosa. En la época del Canal Rock & Pop, vi unas cuantas veces un especial de esa presentación, y luego muchas veces la presentación misma. Con los años, la grabé en un VHS en uno de los pases por MTV Latino (en la época en que ese canal era de música) y lo reveía muchísimo. Era alucinante. Trataba de que otros vieran lo genial que veía yo, y a unos cuántos convencí. La presentación para MTV Unplugged sumaba una rareza: la mitad del show era muy eléctrico, algo que contradecía el formato y su esencia. El canal lo aceptó porque, bueno, quien podría haberle negado a una banda así una exigencia única para participar. Al otro año, el 97, Cerati y compañía anunciaron que bajaban el telón. Montaron una gira gigantesca por latinoamérica, con todos los estadios llenos. En Chile, obviamente, arrasaron. Y las presentaciones finales en Argentina, en el Estadio Monumental de River Plate, terminaron marcando a fuego ciertas escenas. Tal vez la más emblemática y duradera sea aquella con la que terminaron aquel último concierto: las palabras de Cerati en los últimos acordes de "De Música Ligera", en donde dice que sin el público y los seguidores no habrían sido nada y lo corona con ese espontaneo "Gracias... Totales!", que a la larga se transformo en una frase clásica asociada a Cerati y la banda.
Después de eso, Cerati retomó por completo lo que fue su carrera en solitario, la cual había iniciado en 1993 con el disco "Amor Amarillo". Un año antes de eso, se había permitido una colaboración con Daniel Melero, concretado en el disco "Colores Santos". El 99 lanzó "Bocanada", álbum que lo reafirmó como solista y confirmó su talento sin sus compañeros de banda. De ahí en más, Cerati no tuvo ninguna parte floja. Cada disco que sacó fue bueno, incluso el experimento "11 Episodios Sinfónicos", en donde se permitió vestirse de El Principito y cantar acompañado de una sinfónica canciones de toda sus épocas. "Siempre Es Hoy" de 2002, "Ahí Vamos" de 2006 y el más reciente "Fuerza Natural" de 2009, su último disco, fueron pruebas de una solidez a toda prueba, que gozó de buena recepción en todos los ámbitos: en el público, en las ventas e incluso en los críticos.
El vínculo con Chile fue bastante fuerte. Por una parte, la Sodamía se consolidó en gran medida en nuestro país, uno de los primeros destinos extranjeros de los argentinos. Influyó bastante, eso sí, que en plena dictadura, el gobierno militar los viera como inofensivos y no hubiera restricciones de ningún aspecto con ellos. Además de los típicos recintos de la época, muchos de los cuales ya ni existen, fueron las presentaciones en el Festival de Viña de Mar las que llevaron la locura al máximo. La banda era una batería de hits, eran guapos y, aunque lo vinimos a notar mucho más tarde, eran excelentes músicos, en especial Cerati, que era el compositor casi exclusivo de la banda y un virtuoso de la guitarra. Y lo suyo era un talento incontestable. En ese contexto, en medio de una conferencia de prensa, conoció a Cecilia Amenábar, una joven chilena que lo cautivó desde ese mismo instante. Él era algo mayor que ella, Cerati había tenido un primer matrimonio que duró poquísimo y Cecilia era una estudiante recién entrada a la Uniacc. Cerati se las arreglaba para verla lo que más podía, acomodando su agenda y las fechas de los conciertos en giras que abarcaban todo el continente. Llegaba a veces a buscarla a la Universidad y todos se sorprendían de ver a una figura así en los pasillos esperando.
Un par de años después de ese primer encuentro en aquella conferencia de prensa, en 1992, Cerati y Amenábar se casaron en Santiago. Ese mismo año, Soda Stereo lanzó "Dynamo", el que personalmente considero el mejor disco de la banda, unos de los mejores lanzados por una banda latinoamericana, y derechamente uno de los discos mi vida. Al año siguiente, Cerati dio los primeros paso solistas a través de "Amor Amarillo". El disco fue un éxito. Y aún con los años, llama la atención lo sólido y bien hecho que está. A la larga, me sigue pareciendo el mejor disco solista de Cerati. El primer single de ese álbum, "Te Llevo Para Que Me lleves", tenía la particularidad no solo de contar con la participación de Amenábar en las voces, si no además de mostrar en su video a la pareja, justo en los meses finales de la gestación de su primer hijo, Benito, quien nacería en Chile. Paralelo a los últimos años de Soda Stereo, engendró un proyecto llamado Plan V, con músicos chilenos y establecido aquí, en donde el enfoque era enteramente electrónico. A partir de eso mismo, Cerati incorporaría esas sonoridades no solo a lo que estaba haciendo con Soda Stereo en aquellos últimos momentos de la banda, si no que a su etapa solista. Por aquellos años de experimentación nació Lisa, la segunda descendencia del matrimonio, el que se acabaría en 2002.
El 15 de mayo de 2010, Cerati se presentó en vivo por última vez. Lo hizo en Caracas en el contexto de la gira promocional de su disco "Fuerza Natural". Al terminar el concierto, en medio del backstage, se fue a negro y, de cierta forma, jamás volvió. Más de cuatro años después de un estado de coma del que apenas mostró mejorías, el pasado 4 de septiembre Cerati dio su último respiro: un paro respiratorio selló toda esperanza, por vaga, por infundada, por soñadora que fuera.
Fue un largo adiós para una figura que marcó en múltiples aspectos a muchos, una figura fundamental de la música en Latinoamérica.
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