Yo diría que Billy Corgan [1] enloqueció. Al menos un poco. De aquel joven melenudo que sacudía su guitarra a principios de los 90 hay varios rastros, varias pistas. No es el mismo. Y es cierto que escucharlo en declaraciones hoy en día es un poco lamentable (autoreferencia al 1000%), incluso hostigoso.
Sin embargo, el eterno líder de The Smashing Pumpkins [2] atesora una cualidad de la que solo pocas veces hemos dudado: su talento musical. Corgan es un tipo con un sentido de la melodía y del formato canción que se eleva bastante más allá de la medianía, y toca muchas veces el cielo. "Siamese Dream" (1993) o "Mellon Collie And The Inifinite Sadness" (1995) no son casualidades: hay ahí una muestra latente de un talento especial de manera constante. Incluso los ninguneados "Adore" (1998) y "Machina / The Machines Of God" (2000) son piezas robustas y entrañables. (Un servidor -yo- dice que son sus preferidos).
El retorno en 2007 de los calabazas siempre sonó un poco a estafa. No es para menos cuando uno repara en el hecho que solo la mitad de la banda original permanece intacta, siendo estos mismos integrantes aquellos que siguieron trabajando con bastante cercanía tras aquella disolución. "Zeitgeist" (2007), aquella placa que los trajo de vuelta, no convenció a muchos. A pesar de su sonido clásico, no fue capaz de entusiasmar a grandes cantidades de gente, muchos de ellos fanáticos de siempre.
Tras aquel semi abortado proyecto de "Teargarden By Kaleidoscope" [3], Corgan optó por lo sano: grabar un disco al estilo antiguo. Y para eso no se tomó tanto tiempo; el proceso debía ser breve, directo. El resultado es un disco redondo: "Oceanía", publicado en junio pasado, y que ha sido recibido con inusitado entusiasmo. Los críticos más negativos se han manifestado positivamente esta vez. ¿Es tan así? Yo diría que sí. Y que puede ser que hasta se queden un poco cortos.
"Oceanía" es un excelente disco, lleno de canciones que muestran a un Corgan inspirado, que en bastante medida se entrega por completo. De lo acústico a lo rockero; de lo simple a lo épico. Los nuevos Smashing Pumpkins abordan bastante de lo que ya hemos oído, y sin embargo suenan frescos, novedosos y hasta elegantes.
Esta vez, al loco le ha salido perfecto.