Pensé que no llegarían, que perderíamos las oportunidad. Pero de pronto, sin previo aviso, las versiones 3-D de 'Toy Story' (1995) y 'Toy Story 2' (1999) [1] se estrenaron. La tragedia que vivió -y vive- el país hizo que pasaran un poco desapercibidas; aún así, un puñado de entusiastas nos dejamos caer en las salas, a pesar del pánico.
Aproveché de ver ambas. Primero, por una cosa de tiempo; segundo, por que no durarían mucho en cartelera. Así, de corrido, viví una pequeña maratón que me permitiría ver por primera vez en cines estas películas, en esta ocasión con el ultra manoseado plus de la tercera dimensión, y las gafas, y la onda cool.
Las películas de Pixar [2] no necesitan de artificios que no aportan mucho para que sean grandes obras. En ese sentido, 'Toy Story' y 'Toy Story 2' se defienden solas. Son clásicos, y este visionado lo comprueba. A pesar de los años transcurridos, las películas siguen vigentes, siguen siendo poderosas y sorprendentes, y las mejoras naturales en la técnica de la animación digital de las películas más recientes no las hace palidecer.
Ésta no era mi primera experiencia con el 3-D. Unas semanas antes había visto 'Avatar' (James Cameron, 2009 [3]), de manera que podía comparar. Supongo que lo más llamativo de estas tres películas, en versiones en tercera dimensión, es lo que ganan en el aspecto de la profundidad. Sigo pensando que es lo más notable: la sensación de que algunos elementos del plano se encuentren en forma notoria a distancias perceptibles, ya sean personas u objetos, es lo que más rescato.
Y comparando, creo que el trabajo de reconversión al 3-D de las dos 'Toy Story', películas no realizadas para este formato, es grandioso. Claro, 'Avatar' resulta deslumbrante en su aspecto visual, y las gafas hacen verdadera magia. De eso, que duda cabe. Aún así, revivir estos clásicos ha sido un deber, y en esa tarea la recompensa ha sido total.
Aproveché de ver ambas. Primero, por una cosa de tiempo; segundo, por que no durarían mucho en cartelera. Así, de corrido, viví una pequeña maratón que me permitiría ver por primera vez en cines estas películas, en esta ocasión con el ultra manoseado plus de la tercera dimensión, y las gafas, y la onda cool.
Las películas de Pixar [2] no necesitan de artificios que no aportan mucho para que sean grandes obras. En ese sentido, 'Toy Story' y 'Toy Story 2' se defienden solas. Son clásicos, y este visionado lo comprueba. A pesar de los años transcurridos, las películas siguen vigentes, siguen siendo poderosas y sorprendentes, y las mejoras naturales en la técnica de la animación digital de las películas más recientes no las hace palidecer.
Ésta no era mi primera experiencia con el 3-D. Unas semanas antes había visto 'Avatar' (James Cameron, 2009 [3]), de manera que podía comparar. Supongo que lo más llamativo de estas tres películas, en versiones en tercera dimensión, es lo que ganan en el aspecto de la profundidad. Sigo pensando que es lo más notable: la sensación de que algunos elementos del plano se encuentren en forma notoria a distancias perceptibles, ya sean personas u objetos, es lo que más rescato.
Y comparando, creo que el trabajo de reconversión al 3-D de las dos 'Toy Story', películas no realizadas para este formato, es grandioso. Claro, 'Avatar' resulta deslumbrante en su aspecto visual, y las gafas hacen verdadera magia. De eso, que duda cabe. Aún así, revivir estos clásicos ha sido un deber, y en esa tarea la recompensa ha sido total.
No hay comentarios:
Publicar un comentario