El tiempo vuela, eso dicen siempre. Y tienen razón. Cada vez más rápido, sin detenerse.
Hoy me he despertado sabiendo que se cumplen 25 años desde la muerte de Kurt Cobain, un artista fundamental en mi vida, que jugó un papel notable en algunas cuestiones. Y sin saberlo. Incluso sin estar ya aquí.
Cada día, por lo que sea, de manera natural o porque algo lo provoca, tengo algún recuerdo de Kurt Cobain. La cosa es que, hasta hoy, nunca encontré un artista con el que tuviera tal nivel de empatía, incluso cercanía. Ha estado tan presente que ya casi es como si fuéramos amigos o familiares. Y no, no tengo una mirada de idolatría, más aún cuando se trata de llevar una figura hacia una clase de perfeccionismo que nunca es tal. Y tampoco lo es en este caso.
Kurt estuvo lejos de ser un tipo perfecto. Quizás eso es parte de la conexión. Su vida estuvo marcada por inseguridades y tribulaciones, pero también por pasión y ambición. Comúnmente se ve a Kurt como un tipo despreocupado, con falta de interés. Nada más lejos de la realidad. Cobain fue un artista en todo el sentido de la palabra. Desde niño tuvo afición por el dibujo y más tarde por la pintura. Esa faceta la desarrolló siempre: desde sus caricaturas de personajes de Disney, hasta pinturas más elaboradas que llegaron ser parte de la estética de discos de Nirvana, el proyecto de su vida.
De joven tuvo acceso a esas clásicas cámaras de video caseras en formatos Hi-8 y trató de trabajar haciendo cortometrajes y documentales destinados a él mismo y a quienes quisieran ver. Su gusto por lo audiovisual lo llevó a participar de manera muy activa en, por ejemplo, cada uno de los videoclips que más tarde se harían para canciones de Nirvana.
El gusto por la fotografía fue otra pasión constante; entre eso, el fotografíar su propio arte o colecciones de sus objetos. Nuevamente esto sería utilizado en lo referido a su banda, incluyendo fotografías tomadas por el mismo en el arte de los álbumes.
La música, naturalmente, fue aquello por lo que trascendió, y fue ese un espacio para combinar todo.
A lo largo de los años, he vivido escuchando alagos y también feroces críticas a la figura de Kurt. La era internet vuelve a todos unos criticones y aflora en un montón de individuos un gusto por el insulto fácil. Y aún así, el legado de Cobain sigue bastante intacto... o quizás moviéndose, amplificándose. Siendo honestos, tras él nunca surgió una figura musical tan potente. Ni Vedder, ni Yorke, ni los Gallagher. Todos muy talentosos también: el punto no es ese.
Hace unos varios años, Moby, en entrevista con MTV que justo miraba en TV, mencionaba que Kurt Cobain era como aquel último gran artista que controlaba su arte. No era solo componer las canciones en su totalidad... y decidir arreglos. Si no también decidir el orden de las canciones, como se llamará el disco, cuál será su portada, y el contenido interior, qué fotos se usarán, y los dibujos, y que canción será un single, y como será el videoclip, etc.
Kurt podía parecer despreocupado, pero estaba lejos de serlo, insisto. Controlaba su arte como nadie, como no se ve hoy. Era pudoroso: creía que debía ofrecer lo mejor, acorde a un patrón estético. Sabía que quedaría expuesto y era vulnerable a las críticas. Por lo mismo, era de la idea de "tirar toda la carne a la parrilla", referido a ofrecer lo mejor posible de inmediato. No guardarse nada.
'Nevermind' representó un impacto sin precedentes en la industria musical. Pero la perfección de ese álbum, la notable portada, sus videoclips... nada de eso era casualidad. Kurt trataba de ver cómo sería una polera de la banda si es que salía alguna. Su arte lo era todo, por lo que debía participar en todo. Insisto: hoy es muy difícil encontrar a alguien así de involucrado. El arte como un todo era relevante y Kurt lo sabía. Y el cómo llegara al público era relevante. Todo se trataba de integridad.
Eso más menos concluía Moby en esa conversación en MTV. Nirvana y Kurt eran integridad. Lo mismo que años más tarde recalcaría Michael Stipe, cofundador y vocalista de los desaparecidos R.E.M., cuando realizó la inducción de Nirvana en el Rock and Roll Hall of Fame en 2014.
Entrevistas de Kurt en video que uno puede mirar hoy dan muestra de ese personaje sensible, a veces enredado y complicado, que de un momento a otro vio como todo se escapó de las manos. Quería ser reconocido y hasta famoso, pero todo llegó mucho más allá, que duda cabe. Como también leí una vez, la vida de Kurt en sus últimos años fue la de alguien luchando contra su increíble buena suerte. Encerrado de adolescente en su pieza, practicando, escribiendo, dibujando, queriendo presentar lo mejor... de ahí a convertirse en menos de tres años el número musical más famoso del planeta. Era un carga difícil de sobrellevar así de pronto en los hombros. A Kurt se le hizo difícil. Y lamentablemente también tendió a generar un entorno algo tóxico, que tal vez no era lo que necesitaba.
A 25 años, su muerte me parece principalmente injusta. Algo que no debió ocurrir. Antes pensaba en lo que nos perdimos de él como artista. Más Nirvana, una carrera en solitario, qué sería de Kurt en los tiempos actuales. Mi mirada ha mutado con el tiempo: ya no imagino que es lo que yo hubiera recibido, si no que lo que él. Una familia, una hija, una tranquilidad que no tuvo en esos últimos años confusos, rodeado de algunos personajes lamentables.
Hoy me quedo con esa persona sensible, que estaba lejos de ser perfecta, pero que fue un artista extraordinario, que dio todo lo de sí, que a principios de los 90s, aprovechando su fama y tribuna, salía a hablar en pro de la mujer, de los derechos de los homosexuales y en contra del machismo y racismo. Eran temas que pasaban desapercibidos en aquellos años, pero que cualquier seguidor de Kurt y Nirvana tienen clarísimo que eran una temática habitual en él. Todas temáticas que, 25 años después de su muerte estamos viviendo en pleno.
Además, siempre aprovechó cada tribuna para promocionar a cada banda pequeña que le gustaba. Tenía claro que no tenía mucho sentido mencionar en una entrevista como banda preferida a los Beatles, por mucho que lo fueran. Prefería usar el espacio y mencionar a, por ejemplo, Pixies o
Sonic Youth. O algunas de las muchas bandas pequeñas, al igual como
solían serlo ellos, con los que después salieron de gira.
25 años es bastante tiempo... y sí, sigo aún extrañando a Kurt. Y
hubiera querido que, aunque no nos hubiera entregado nada más
artisticamente, estuviera con su hija y con la vida que viniera.
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