Me gusta tocar la guitarra. Nunca mejoré mucho mi técnica, no aprendí cosas nuevas, pero creo que me volví hábil en identificar las melodías, sacar canciones (nunca he usado ayuda en eso) y exprimir los pocos acordes que manejo. Durante muchos años tenía la guitarra con solo cinco cuerdas... no me interesaba que le faltara la primera, total ni la ocupaba.
Los años en el colegio y con la banda de ese tiempo lo fueron todo: una escuela y una liberación. Mirando a la distancia, creo que no eramos demasiado buenos, aunque sí teníamos un puñado de canciones interesantes y logradas. Tal vez si hubiéramos seguido sería otra historia. Había ganas y espíritu adolescente. Algo nos faltó.
Ahora pensaba en algunas cosas de esa época, malas y buenas cosas. Como cuando nos tramitaban y chuteaban para poder tocar en alguna tocata (recuerdo aquella ocasión que tenía fiebre y a pesar de esa larga espera ni siquiera llegamos a tocar), los ensayos fallidos, las burlas en forma de broma que nos lanzaba ese gordo del Eurocentro, el momento en que no podíamos despegar. Pero hubo momentos buenos: ver nuestros discos en la vitrina de un par de disquerías, que "comentaran" nuestro material en un canal de cable, aquellas presentaciones simpáticas (como la de aquella vez en pleno Patronato en época de Navidad; o la del Festival Juvenil en la comuna, o cuando nos invitaron los de la Radio de la Villa Francia), la vez que Jano, un joven que no conocíamos, se acercó a alabarnos, hablarnos de nuestro de disco, de que le gustaban las canciones y al que, tiempo después, incorporamos al grupo.
No eramos demasiado buenos, no logramos entusiasmar a la audiencia, pero lo pasábamos bien. Al menos yo. Gastamos tanto tiempo planeando, diseñando, imprimiendo, grabando, tratando de hacer algo. Dentro de todo, fue una buena época.
A veces me acuerdo.
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