Y finalmente llegaron. Con una puntualidad extraordinaria (visto solo antes con Radiohead [1]), salieron a escena en cuanto el reloj marcó las nueve de la noche. Fue bastante hipnótico ver subir a Billy Corgan [2] al escenario, quien a estas alturas es sinónimo de Smashing Pumpkins [3]. Ya tomando los instrumentos, partieron con "My Love Is Winter", canción que hasta el momento sólo han presento en vivo.
Ver a los calabazas implicó varias cosas, entre ellas cerrar un ciclo, alcanzar un instante largamente esperado. Corgan y compañía -a la distancia- están conscientes de aquello, pero en su justa medida. Dentro del setlist nos presentaron imprescindibles como "Bullet With Butterfly Wings", "Zero", "Today" y "Ava Adore" (increíble y potente), así como grandes canciones más recientes, incluyendo "Tarantula" y "A Song For A Son", de lo que venían a presentar.
Hay que admitirlo: las dos horas de show se pasaron volando, y el repertorio fue justo y equilibrado, lo viejo y lo nuevo. Cabida para "Disarm" (un clásico) y para "A Stitch In Time" (del primero de una serie de EP recientes), ambas con Corgan y su guitarra acústica frente a la audiencia.
Algo hay en los Smashing Pumpkins de hoy que, a pesar de no parecer una banda en el sentido más puro y estricto de la palabra, siguen vivos. Billy Corgan y su gran habilidad de componer canciones que superan con creces la medianía de calidad (hay un puñado de verdaderas joyas, para que engañarse) está ahí, al servicio de un montón de seguidores que aun creen y le rezan al gigante, delgado y calvo sujeto que tantas alegrías nos dio en los 90. El paso por Chile este 23 de noviembre fue un poco eso: nostalgia y novedad a través de un Corgan que tiene más años, pero que sigue sabiendo como sacarle lo mejor a su guitarra y a su creatividad.
Ver a los calabazas implicó varias cosas, entre ellas cerrar un ciclo, alcanzar un instante largamente esperado. Corgan y compañía -a la distancia- están conscientes de aquello, pero en su justa medida. Dentro del setlist nos presentaron imprescindibles como "Bullet With Butterfly Wings", "Zero", "Today" y "Ava Adore" (increíble y potente), así como grandes canciones más recientes, incluyendo "Tarantula" y "A Song For A Son", de lo que venían a presentar.
Hay que admitirlo: las dos horas de show se pasaron volando, y el repertorio fue justo y equilibrado, lo viejo y lo nuevo. Cabida para "Disarm" (un clásico) y para "A Stitch In Time" (del primero de una serie de EP recientes), ambas con Corgan y su guitarra acústica frente a la audiencia.
Algo hay en los Smashing Pumpkins de hoy que, a pesar de no parecer una banda en el sentido más puro y estricto de la palabra, siguen vivos. Billy Corgan y su gran habilidad de componer canciones que superan con creces la medianía de calidad (hay un puñado de verdaderas joyas, para que engañarse) está ahí, al servicio de un montón de seguidores que aun creen y le rezan al gigante, delgado y calvo sujeto que tantas alegrías nos dio en los 90. El paso por Chile este 23 de noviembre fue un poco eso: nostalgia y novedad a través de un Corgan que tiene más años, pero que sigue sabiendo como sacarle lo mejor a su guitarra y a su creatividad.