miércoles, 16 de diciembre de 2009

Trago Amargo En El Cine Del 2009


2009 no fue un año tan potente para el cine como lo fue el anterior. Los superhéroes quedaron a la espera y las sagas apenas se mostraron. Sin embargo, sentí el trago amargo de dos películas a las que les tenía cierta gana, aunque fuese más curiosidad que otra cosa. Por una parte, 'Terminator: La Salvación' (Terminator Salvation,[1]), cuarta entrega de la saga comenzada brillantemente por James Cameron [2] en 1984. Por otra, lo nuevo de Quentin Tarantino [3], 'Bastados Sin Gloria' (Inglorious Basterds,[4]), quien regresaba tras ese experimento junto a Robert Rodríguez [5] llamado Grindhouse, en donde se anotaba con la irregular 'Death Proof' ([6],2007).
Ninguna de las dos pudo convencerme. Me sentí defraudado con una y con otra.

A 'Terminator: La Salvación' había que tenerle miedo. Ya era sospechoso que un sujeto como McG [7] se hiciera cargo del proyecto, aún cuando Christian Bale se hubiese sumado. Quienes temíamos, confirmamos los sentimientos. 'Terminator: La Salvation' es una indecente continuación de la saga, que no aporta casi nada, y en donde ni siquiera salva la acción. De cierto suspenso y emoción, o de la presencia de robots con alguna gracia que nos sorprenda mejor ni hablar, ya que no hay. Arnold Swarznegger [8] no aparece, y algún villano tipo Robert Patrick [9] como el T-1000 no existe. El John Connor adulto que nos prometieron, en manos de Bale, es un asco. Se supone sería el líder de la resistencia humana contra los cyborgs, pero no lo sigue nadie. Y sus decisiones tienen tan poco peso, que nos sentimos defraudados. Tal vez se les haya ocurrido darle más peso en una supuesta quinta entrega, porque aquí no ha sido.
Buena parte de la trama se centra en un soldado que ha sido sometido a un extraño procedimiento en 2003, y que despierta sin entender mucho en un futuro desolador. Lamentablemente, gracias a la forma en que está contada la historia, y a los conocimientos previos que tenemos de toda la saga, un hecho que supuestamente que nos debiera sorprender, resulta en la obviedad. Si es por darle un punto, podría ser que de todas formas se deja ver, que al menos para verla en casa está bien.

En la otra vereda, Quentin Tarantino volvía con un ambicioso proyecto: una historia bélica de ficción ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en donde un grupo de soldados estadounidenses se dedican a matar nazis en la Francia ocupada. Debo decir que la idea me resultaba bastante atractiva, pensando que podría devenir en una película ágil, violenta y marcada por el estilo Tarantino. Según corrían los meses, se señalaba que se trataría de una película más al estilo superproducción que a pequeña gema indie. Aún así, tenía fe, la que se aplacó cuando me enteré que Tarantino había acelerado su realización con el fin de estrenar en el Festival de Cannes [10]. Al terminar de ver la película, pude confirmar que este hecho terminó por afectar negativamente al film: parece que el guión, elemento distintivo en el cine de Tarantino, fue escrito en forma acelerada, sin pensar mucho. Faltó que, al terminarlo, siguiera trabajando en él.
Tarantino no logra enfocarse en ningún punto de manera decente, todo como que está a medias. Uno lee un poco del argumento, el nombre de la película (tremendamente sugerente) y mira el cartel, con esa banda de basterds dispuestos a patear traseros, y espera algo potente. Al final, uno queda frustrado, con un sabor amargo.
A mi hermano, con quien vi la película, le decía que la historia me parecía como una montaña rusa: es un sube y baja violento, unas partes notables y otras para el olvido. Esto último no tanto por lo malas que son ciertas situaciones, sino por que uno queda indiferente, en una película en donde no te terminas encariñando con casi ningún personaje.