'Ponyo' ('Gake no Ue no Ponyo', 2008 [1]) es lo nuevo de Hayao Miyazaki. Lo de nuevo es, claro, hasta por ahí nada más: la película se estrenó hace más de un año en Japón, pero en Latinoamérica está desembarcando recién. Lo que jode es que en los países en que ya se ha estrenado (México y Argentina) se le dio el horrible título de 'El Secreto de la Sirenita'. Yo me niego ha utilizarlo, y solo le digo Ponyo.
Miyazaki se había mantenido estos años en reserva, trabajando silenciosa y detalladamente en su película, la cual tomó como inspiración la historia de 'La Sirenita', fábula de 1837 escrita por el danés Hans Christian Andersen. A partir de ahí, de esa idea, Miyazaki dejó volar su imaginación.
'Ponyo' es una historia sencilla, pero no vale la pena resumir o dar muchas luces de lo hecho por Miyazaki, para así dejarse sorprender gratamente. En esencia la historia va de Ponyo, una pequeña pececita (una niña, en términos prácticos), muy curiosa y con deseos de ir más allá, de salir de ese mar inmenso que a la vez la mantiene atrapada. Además, junto a sus decenas de hermanas, sufre de un cuidado infranqueable. Pero un día consigue escapar, llegar a la superficie. Lamentablemente quedará atrapada en un envase de cristal, en donde irá a parar a la costa. Será ahí donde un niño llamado Sosuke, que vive a pasos del lugar, la encontrará y salvará.
Este preámbulo, que dura poco más de diez minutos, será el inicio de una historia con varias aristas, en donde jugarán papel importante los padres de Sosuke (personajes grandiosos), una diosa y un custodio del mar, y un grupo de ancianos. Con ternura, con escenas divertidas, con tristeza, con aventura. Una animación asombrosa y una historia donde, como es usual en el cine de Miyazaki, varias sensaciones se entremezclan, perfectamente dosificadas. 'Ponyo', sin ser ni de lejos la mejor película del maestro, es una joya en muchísimos aspectos, que a la vez viene a demostrar lo vigente del cineasta japonés. Tal vez, debido a su sencillez y sus personajes, se emparente con aquel clásico que es 'Mi Vecino Totoro' ('Tonari no Totoro', 1988), tanto en el tono, el ritmo y el estilo.
Excelente.
Miyazaki se había mantenido estos años en reserva, trabajando silenciosa y detalladamente en su película, la cual tomó como inspiración la historia de 'La Sirenita', fábula de 1837 escrita por el danés Hans Christian Andersen. A partir de ahí, de esa idea, Miyazaki dejó volar su imaginación.
'Ponyo' es una historia sencilla, pero no vale la pena resumir o dar muchas luces de lo hecho por Miyazaki, para así dejarse sorprender gratamente. En esencia la historia va de Ponyo, una pequeña pececita (una niña, en términos prácticos), muy curiosa y con deseos de ir más allá, de salir de ese mar inmenso que a la vez la mantiene atrapada. Además, junto a sus decenas de hermanas, sufre de un cuidado infranqueable. Pero un día consigue escapar, llegar a la superficie. Lamentablemente quedará atrapada en un envase de cristal, en donde irá a parar a la costa. Será ahí donde un niño llamado Sosuke, que vive a pasos del lugar, la encontrará y salvará.
Este preámbulo, que dura poco más de diez minutos, será el inicio de una historia con varias aristas, en donde jugarán papel importante los padres de Sosuke (personajes grandiosos), una diosa y un custodio del mar, y un grupo de ancianos. Con ternura, con escenas divertidas, con tristeza, con aventura. Una animación asombrosa y una historia donde, como es usual en el cine de Miyazaki, varias sensaciones se entremezclan, perfectamente dosificadas. 'Ponyo', sin ser ni de lejos la mejor película del maestro, es una joya en muchísimos aspectos, que a la vez viene a demostrar lo vigente del cineasta japonés. Tal vez, debido a su sencillez y sus personajes, se emparente con aquel clásico que es 'Mi Vecino Totoro' ('Tonari no Totoro', 1988), tanto en el tono, el ritmo y el estilo.
Excelente.